PALABRAS INOLVIDABLES PARA UNA
El en programa de RNE “A vivir que son dos días” Alex Grijelmo nos invita si no a rescatar, al menos a dejar constancia de aquellas palabras que hace tiempo no oímos o utilizamos pero que permanecen en el límite de la consciencia y que en numerosos casos nos retrotraen al maravilloso espacio de la infancia. Aquí descubrí gozquecillo que actualmente no está en el diccionario.
Hoy en el suplemento Babelia que El País dedica al IV Congreso de la Lengua (española, se entiende) aparece una pequeña sección en la que personajes de la cultura rescatan palabras que a su entender están en desuso
Juan Antonio González Iglesias, premio Loewe de poesía 2007, habla de agasajar, dice que “es término de sonido casi feo” no sé por qué, yo siempre lo he encontrado dulce y es la actitud que mi marido inculca a los que pertenecemos a la familia para cuando aparecen visitas por casa. Unai Elorriaga habla de cascarrias, esta se ve perseguida por los eufemismos. Mansarda rescata Horacio Castellanos Moya, novelista salvadoreño; me trae ecos parisinos. Alvaro Pombo me descubre atropar. Antonio Orejudo se pone didáctico y nos recuerda la diferencia entre oír y escuchar y por úlitmo Alberto Fuguet, novelista chileno, reivindica el significado de bizarro como valiente; pues es verdad que predomina el significado galo de la palabra y así lo utilizamos en psicología.
Me han venido a la cabeza aquellas palabras que descubrí los veranos con mi abuela y que me unen a mi madre y a su tierra; tierra, a la que ahora después de un tiempo sin ir, vuelvo siempre que puedo.
Lavión decía mi abuela cuando tenía que darle un lavado a la ropa; petar por querer; ésta se puede leer a menudo en “Memorias de un cazador” de M. Delibes. Rapaz, moza, sobrado, escachar para romper las cáscaras de las almendras, apañar la aceituna del suelo; zurcir porque ya nadie zurce; el carcañal de los calcetines; las corvas que había que lavarse bien y que también se ha caído del diccionario (para mi alivio la encuentro en el María Moliner); ayudar al tío a encalcar paja; las fanegas de trigo u otro cereal; las cortinas que son trozos de tierra donde cultivan algo para subsistir; las colagas; el mandil que se ponía para cocinar; las mariposas para alumbrar la imágenes de los santos o de las vírgenes; y...
La verdad es que algunos son localismos pero otras son palabras en desuso que podemos encontrar en algún texto y que nos hablan de otros mundos de los que venimos.
Va por la señora María, la marindiña
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