AQUELLA REVISTA
(copio ahora de mi cuaderno de viaje)
¿Dónde estará? Durante años la guardé como un tesoro en el reducido armario que compartía con mi hermana. Apenas podíamos guardar nuestras pertenencias, (nuestra casa era un piso de los años setenta, justo para vivir una familia de cinco miembros con pocas necesidades de almacenamiento); pero aquella revista a pesar de los años seguía allí. Recordándola ahora, con aquella portada donde aparecía la imagen del puente más impactante que yo había visto; el puente era una galería escultórica; me pregunto ¿Dónde estará?. Mis padres decidieron cambiarse de casa y aquello supuso una catarsis de limpieza.
Con el poco dinero que tenía ¿cómo pude comprar aquella revista? Sin duda me llamó la atención aquella imagen de aquel puente. Aparecían también las letras que formaban la palabra PRAGA. Viajar era caro o yo no tenía la fuerza de intentar buscar modos de viajar más al alcance de mi bolsillo; y Praga quedó aparcado como destino; siempre presente y siempre soñado. Pero este mes de julio me presenté en Praga, no con la visión de la adolescente que con 16 años compró aquel ejemplar de la revista Viajar pero con un billete comprado en Internet en viajar.com. Esto es ciencia ficción para aquella adolescente. Aquí estoy en Praga, República checa, país excomunista. Al llegar al aeropuerto las dos primeras personas a las que me dirigí, trabajadores del aeropuerto, mujeres me recordaron los prototipos de funcionario que aparecen en las películas, la rigidez les impide sonreír, parecían tener claro su cometido y en un tono prusiano me indicaron que ellos estaban allí con un cometido que no incluía informarme de donde podía encontrar algo que no estuviera dentro del cometido para el que estaban allí. Por fin dimos con el minibús que estaba buscando para ir al hotel Victoria en la calle Seifertova. Hotel sin lujos pero correcto en el que encontramos gente más joven, sin aires marciales y más dispuestos a ayudar y ser amables
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